lunes, 8 de febrero de 2010

Carta a un tímido Febrero

Anda Febrero con muchos fríos. El otro día tenía los dedos congelados en el Santuario.

Cuando tocaba la forma grande del pan blanco que consagro cada día le decía a Dios:

- Calienta mis manos ateridas, Señor, que te vas a sentir mal acogido en este mundo y aquí no hay borrica que te caliente

Y a continuación me salía del corazón:

- Calienta las ateridas mentes y cuerpos de los pobres, de los desalentados, de los tullidos, de los enfermos solitarios, de las victimas de tanto terremoto. Que en este mundo hace ahora mucho frio. Hay mucha sangre fría derramada. Sangre que hace poco era caliente…

Ante la vida diaria que nos aturde solo cabe la tímida oración de suplica que entonamos desde nuestra Parroquia a las 8 de la tarde. Creedme que ahí estáis todos los que os asomáis a esta ventana con nosotros. Muchas veces me encuentro con José Juan, con Luis José, con Oscar y con Juan Mari, nuestros sacerdotes, concelebrando. Parece que estamos reunidos en la mesa de camilla con los que venís en el “cuarto de estar” de la casa de Dios. Es como participar en el ágape fraterno al caer de la noche en el que hablamos con El de vuestras cosas, las que nos habéis contado durante el día, las cosas que hemos visto, las cosas de vuestros hijos que crecen a nuestro alrededor, en el Colegio, las preocupaciones que laceran nuestros días.

Esta es nuestra misión: Hablarle a Dios de vosotros y hablaros a vosotros de Dios.

Eso se llama DIALOGO. Una palabra que ante tanto conflicto está en boca de todos pero que no se sabe, ni se quiere, ni parece que hay tiempo y ganas de hacerla VIDA. Muere en la cabezota de los importantes y en los corazones de los soberbios.

Por eso, hoy, en este frio febrero, al abrirte de manos enteras y ateridas para decirte: Este es mi Cuerpo. Esta es mi Sangre, te pido tímidamente que haya DIALOGO antes de que la sangre deje de ser caliente.

Luis de Lezama.

Párroco de Santa María la Blanca.

Montecarmelo.

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